lunes, 27 de enero de 2025

El Desfile de Planetas de 2025

Imagina mirar al cielo nocturno y descubrir una danza celestial: una fila de planetas brillando en perfecta armonía. Es un espectáculo que fascina tanto a quienes poseen telescopios avanzados como a quienes simplemente levantan la vista por curiosidad. Pero, ¿es esta una alineación mágica de los astros? ¿O es algo más? Este fenómeno, conocido como “desfile de planetas”, tiene una larga historia de interpretaciones humanas y también algunos malentendidos astronómicos que vamos a tratar de aclarar.

Lo que nuestros antepasados veían

Sistema Planetario con la Luna y el Sol.
Confessio Amantis, John Gower ca.1470
Antes de que la astronomía moderna nos diera las herramientas para entender el universo, los desfiles de planetas eran eventos cargados de significado. Civilizaciones como los babilonios y los mayas miraban estos espectáculos con asombro y, a menudo, temor. En Mesopotamia, por ejemplo, la posición y el movimiento de los planetas se asociaban con augurios para los reyes. Un desfile planetario podía interpretarse como un mensaje de los dioses, una advertencia o una señal de cambio.

Los griegos, aunque más centrados en el análisis racional, también atribuían a los planetas un papel importante en el cosmos. La palabra “planeta”, de hecho, proviene del griego “planētēs”, que significa “errante”. Para ellos, ver a varios planetas “errantes” acercándose en el cielo podía simbolizar un determinado orden cósmico. 

En culturas más recientes, como en la Europa medieval, estos desfiles podían vincularse a eventos religiosos o astrológicos. Con una comprensión limitada de los movimientos celestes, las interpretaciones tendían a ser más supersticiosas. ¡Imagínate lo que debió pensar alguien viendo este fenómeno en plena Edad Media, sin telescopios ni explicaciones científicas!

¿Qué es un desfile de planetas?

Ahora bien, un desfile planetario no es una “alineación” perfecta de planetas en una fila recta, como a veces se representa en películas o ilustraciones artísticas. Lo que realmente ocurre es que varios planetas del sistema solar aparecen en el mismo sector del cielo desde nuestra perspectiva en la Tierra. Esto puede suceder porque los planetas orbitan el Sol en planos similares, lo que permite que, ocasionalmente, se “reúnan” visualmente en una región del firmamento.

Por otro lado, tampoco debemos confundir este fenómeno con una conjunción planetaria, que ocurre cuando dos o más planetas parecen estar extremadamente cercanos entre sí en el cielo. En un desfile planetario, los planetas pueden estar bastante separados, pero todos visibles en la misma franja celeste.

Imagen generado utilizando la web theplanetstoday.com

En este gráfico se puede ver la posición relativa de los planetas del Sistema Solar hasta Saturno en el momento de la publicación de este artículo. Si nos centramos en La Tierra y seguimos las líneas amarillas que parten de nuestro planeta podemos entender que estas noches podremos ver Saturno, Venus, Júpiter y Marte "desfilando" en nuestro Cielo. En este gran desfile también están presentes Urano y Neptuno pero, como sabemos, no pueden ser observados a simple vista. Mercurio, ahora oculto por el brillo del So, se unirá en Febrero a la fiesta.

Cuándo y cómo observarlo

Si tienes la suerte de contar con cielos despejados, busca un lugar lejos de la contaminación lumínica para disfrutar del desfile actual. Saturno, Venus, Júpiter y Marte serán muy fácilmente visibles a simple vista. El espectáculo durará muchas noches, pero la del 28 de enero será ideal; una aplicación astronómica, como Stellarium o SkySafari, puede ayudarte a identificarlos y seguir su posición noche tras noche. La siguiente imagen de Stellarium te puede servir de referencia.

El cielo en la noche del 28 de enero a las 20 horas.
Haz click en la imagen para verla a mayor tamaño
y apreciar la posición de los planetas con respecto al horizonte

Este fenómeno, lejos de los misticismos del pasado, es una muestra de la belleza y la precisión del cosmos. A medida que observamos y entendemos más sobre el cielo, podemos conectar nuestra curiosidad moderna con la de aquellos que, siglos atrás, miraron al mismo firmamento con poco más que preguntas y asombro.

¡No te pierdas esta oportunidad de disfrutar del desfile de planetas y sumergirte en una experiencia humana tan antigua como la civilización misma! Y si haces alguna fotografía chula, no dudes en comapartirla con nosotros.

martes, 21 de enero de 2025

El Ego de Newton, las Matemáticas de Leibniz.

Isaac Newton, un nombre que resuena en la historia de la ciencia como sinónimo de genialidad. Pero detrás de esa figura mítica que formuló las leyes del movimiento y la gravitación universal, se esconde un rasgo que, en retrospectiva, podría haberse considerado su mayor obstáculo: su ego.

A lo largo de la historia, el ego de los genios ha sido tanto su motor como su perdición. Newton, lejos de ser una excepción, utilizó su imponente intelecto para perseguir la perfección en una ciencia que, por naturaleza, es imperfecta y en constante evolución. El deseo de controlar su legado, de garantizar que su nombre quedara grabado con fuego en la historia, lo llevó a entrar en una serie de batallas científicas que, en última instancia, desviaron su atención del verdadero objetivo de cualquier científico: el conocimiento.

Newton en 1702 (Godfrey Kneller)

El conflicto con Leibniz: ¿Un duelo de egos?

La disputa entre Newton y Leibniz por la invención del cálculo es uno de los episodios más célebres de la historia científica. Mientras que Newton desarrolló su versión del cálculo en la década de 1660, Leibniz lo hizo de forma independiente, pero fue el primero en publicarlo, ganándose el reconocimiento por su notación y claridad. La reacción de Newton fue inmediata y feroz: acusó a Leibniz de plagiar su trabajo, desatando una guerra de egos que dividió a la comunidad científica por generaciones.

El problema no solo fue la controversia, sino cómo el ego de Newton influyó en su manera de enfrentar la situación. En lugar de abrir un diálogo constructivo, prefirió descalificar y manipular los hechos para asegurarse de que su versión fuera la única aceptada. La ciencia, en este caso, fue utilizada como un campo de batalla personal, donde la búsqueda de la verdad se vio empañada por intereses egoístas.

Un excelente ejemplo de la diferencia en las actitudes de ambos genios es como cada uno de ellos respondió al hecho irrefutable de que había discrepancias entre lo que la teoría gravitatoria predecía para las órbitas de los planetas y lo que se observaba realmente.

Leibniz y la teoría de perturbaciones: Un enfoque positivo

Leibniz, al ser consciente de las limitaciones de las teorías existentes, no intentó imponer un orden perfecto y arbitrario al cosmos. En lugar de ello, se dedicó a adaptar las teorías a lo que los datos le mostraban. Su trabajo sobre las perturbaciones, que explica cómo las órbitas planetarias no son perfectamente elípticas, sino que son alteradas por la influencia gravitatoria de otros cuerpos celestes, es un ejemplo claro de cómo un enfoque flexible y basado en la observación de los datos puede llevar a explicaciones más precisas y ajustadas a la realidad.

Leibniz en 1703
Niedersächsische Landesbibliothek

Al no imponer una visión preestablecida de la naturaleza, Leibniz fue capaz de aceptar que las imperfecciones en las órbitas no eran defectos, sino parte del funcionamiento real del universo. En ese sentido, su teoría de perturbaciones representó una adaptación a la complejidad real del sistema solar, permitiendo una comprensión mucho más completa y dinámica de cómo los planetas se mueven.

Newton y el enfoque personal: La búsqueda de la perfección

Por otro lado, Newton, atrapado en su visión de que todo debía seguir un orden perfecto y divino, intentó imponer esa visión a las órbitas planetarias. Su afán por encontrar una perfección absoluta lo llevó a ignorar las variaciones observadas en los movimientos planetarios y a gastar años buscando una simetría que no existía. A pesar de su genialidad, su ego y su visión rígida le impidieron ver que el universo real no tenía que ser "perfecto", sino más bien complejo y variable.

Este contraste entre los dos enfoques es, en muchos sentidos, una lección sobre cómo el conocimiento debe estar abierto a la interpretación de los datos y la adaptabilidad. El enfoque de Leibniz permitió una mayor flexibilidad científica, mientras que el de Newton, aunque brillante, estuvo limitado por una obsesión personal con la perfección que a veces lo alejó de la realidad observable.

¿Qué lecciones podemos aprender?

El ego, aunque a veces impulsor de grandes logros, también puede ser un freno cuando se convierte en el centro de nuestra atención. Si Newton hubiera sido más colaborativo, si hubiera aceptado el mérito de otros, la ciencia habría avanzado con mayor rapidez y, tal vez, la historia de sus descubrimientos se hubiera escrito de una forma más inclusiva y menos conflictiva.

A la izquierda PRINCIPIA MATHEMATICA de Newton
a la derecha NOVA METHODVS PRO MAXIMIS ET MINIMVS de Leibniz

A lo largo de los siglos, hemos aprendido que el verdadero motor de la ciencia no es el ego, sino la curiosidad y el deseo de saber más. Los avances más grandes ocurren cuando los científicos colaboran, comparten ideas y se enriquecen mutuamente. Newton, a pesar de su grandeza, es el ejemplo perfecto de cómo el ego puede desviar la verdadera búsqueda del conocimiento.

Reflexión final: La ciencia como un viaje compartido

La historia de Newton nos invita a reflexionar sobre nuestra propia relación con el conocimiento. En la ciencia, no se trata de ser el mejor, sino de hacer que todos se beneficien del progreso. Al final, los descubrimientos no pertenecen a un solo individuo, sino a la humanidad entera.

Jamás sabremos a dónde podría haber llegado la Física del siglo XVIII si esta imagen, generada por chatGPT, de Newton y Leibniz trabajando juntos hubiera sido real.


Así que la próxima vez que te enfrentes a una idea nueva, un desafío o incluso una crítica, recuerda que lo importante no es la perfección ni el ego, sino el proceso de aprender, colaborar y expandir juntos los límites del saber. La ciencia es más poderosa cuando se construye en equipo.

miércoles, 15 de enero de 2025

Somos, literalmente, polvo de Estrellas.

Muchas veces, cuando las personas interesadas nos hacen preguntas sobre Física o el Universo, quedan bastante contentas con las respuestas recibidas; otras veces las tenemos que dirigir a otras fuentes o expertos con mucho mayor conocimiento que nosotros; también hay veces en que la respuesta más honesta es "no lo sé, ni ahora mismo lo sabe nadie, aunque hay muchos científicos trabajando en el tema".

Pero hay otras veces en que la respuesta que damos se encuentra con miradas de absoluto escepticismo; lo cual es estupendo. Una pregunta que, en particular, nos han hecho muchas veces ha sido algo como "¿De qué estamos hechos? ¿De dónde sale la materia de nuestros cuerpos o del planeta?" La respuesta rápida es, parafraseando si se nos permite, a Carl Sagan: Somos polvo de estrellas. Y nos responden muy acertadamente "Ya, ya, eso es fácil decirlo... pero cómo es eso posible?" Este artículo busca responder de manera sencilla, pero formal, a cómo es esto posible.

¿De qué está hecho todo?

Cuando miras el mundo a tu alrededor, desde las montañas hasta el dispositivo donde lees estas palabras, es fácil olvidar algo asombroso: todo está hecho de los mismos ingredientes básicos que componen las estrellas. Pero ¿cómo llegamos a tener una tabla periódica completa a partir del hidrógeno y el helio, los únicos elementos formados en el Big Bang? Aquí exploraremos cómo las estrellas, a lo largo de sus vidas, actúan como hornos cósmicos que transforman los elementos y los esparcen por el universo.

El Big Bang: los primeros elementos

Hace 13.800 millones de años, en los primeros minutos del universo, nacieron los elementos más ligeros: hidrógeno, helio y pequeñas cantidades de litio. En este escenario inicial, las temperaturas eran tan altas que los núcleos de los átomos podían formarse, pero el universo se enfrió rápidamente, dejando el resto del trabajo a las futuras estrellas.

El horno estelar: del hidrógeno al hierro

Vista idealizada de las capas de combustión en una
estrella antes de convertirse en Supernova

Las estrellas nacen a partir de gigantescas nubes de hidrógeno. Cuando su gravedad comprime el gas hasta alcanzar temperaturas de millones de grados, comienza la fusión nuclear: núcleos de hidrógeno se combinan para formar helio, liberando enormes cantidades de energía.

En estrellas más grandes, la fusión no se detiene en el helio. A medida que agotan su combustible, las estrellas generan elementos cada vez más pesados, como carbono, oxígeno y hasta hierro. Esta alquimia inicial es el primer paso en la creación de la diversidad de elementos que forman el universo, pero no es suficiente para explicar los elementos más pesados debido a que el hierro es un punto límite. Fusionarlo no libera energía sino que la necesita, lo que marca el final de esta etapa productiva en la vida de una estrella.


Supernovas y Estrellas de Neutrones: los alquimistas cósmicos

Cuando una estrella masiva agota su combustible, el equilibrio entre la gravedad y la presión de la fusión se rompe, lo que da lugar a una explosión colosal: una supernova. Estas explosiones son lo suficientemente energéticas como para fusionar elementos más pesados que el hierro, como oro, plata y uranio en un proceso llamado síntesis rápida o r-process.

Colisión de Estrellas de Neutrones
(interpretación artística de la NASA)

Aunque durante mucho tiempo se creyó que las supernovas eran las principales creadoras de elementos pesados, investigaciones recientes han confirmado que las colisiones de estrellas de neutrones desempeñan un papel mucho más importante en este proceso. En esas catástrofes, cantidades inimaginables de materia son expulsadas al espacio, sembrando el cosmos con los ingredientes para futuros planetas y sistemas solares.

Ahora sabemos con seguridad que la gran mayoría de los elementos pesados creados en la síntesis rápida o r-process vienen de las colisiones de estrellas de neutrones y no de las explosiones de supernovas.

El canto del cisne químico de las estrellas moribundas

Pero no todos los elementos más allá del hierro se crean en explosiones o colisiones. En estrellas de masa intermedia que están en sus últimas etapas de vida, tiene lugar un proceso más tranquilo pero igualmente importante: la síntesis lenta, o s-process.

En este proceso, los núcleos atómicos capturan neutrones uno a uno durante miles o incluso millones de años. Estos neutrones adicionales hacen que los átomos se vuelvan inestables, y eventualmente se transforman en elementos más pesados. Así se forman elementos como el estroncio, el bario, el molibdeno o el renio, tan habituales en la tecnología moderna, que no podrían generarse en supernovas o colisiones de estrellas de neutrones. En sus últimos suspiros, estas estrellas dejan un legado químico único, enriqueciéndose a sí mismas y al universo con elementos esenciales para la vida y la tecnología.

Tabla Periódica del Origen de los Elementos: Big Bang, Rayos Cósmicos, Estrellas de
Neutrones en colisión, Supernovas de Estrellas Gigantes o Enanas Blancas, Estrellas
Pequeñas apagándose poco a poco... Somos, literalmente, polvo de estrellas.

Nosotros y las estrellas, un único origen

Cada átomo de tu cuerpo tiene una historia cósmica. Los átomos de hidrógeno en el agua que bebes nacieron en el Big Bang. El oxígeno que respiras y el calcio en tus huesos fueron forjados en los núcleos de estrellas que vivieron y murieron hace miles de millones de años.

Las estrellas no solo iluminan el cielo; son las alquimistas del universo, responsables de los elementos que hacen posible la vida. Cada vez que mires al cielo nocturno, recuerda que en ese tapiz de luz están las historias de nuestras moléculas, los cimientos de nuestra existencia y la promesa de nuestro lugar en el cosmos.

Entradas más visitadas