jueves, 23 de mayo de 2024

El Día de la Toalla

Puede que no fuera propiamente un científico, pero acercó a la ciencia a millones de personas gracias a sus maravillosas novelas de Ciencia Ficción... muy particular. Y a punto de llegar al 25 de Mayo, El Día de la Toalla, fecha que sus seguidores eligieron para recordarle cada año, teníamos que unirnos a este homenaje desde nuestro humilde club. Os presentamos al maravilloso Douglas Adams:

Douglas Adams

Su nombre completo era Douglas Noël Adams, hijo de Janet Donovan y Christopher Douglas Adams. Se educó en el Primrose Hill School en Brentwood donde se especializó en arte y preparó los exámenes Oxbridge Entrance. Se cuenta que mientras estaba en el Preparatory School, su profesor Frank Halford le concedió el único 10 de su carrera como profesor por un ejercicio de composición creativa. En la escuela Douglas ya publicó alguno de sus primeros relatos.

Gracias a un ensayo sobre poesía religiosa donde mezcló a los Beatles con William Blake, consiguió una plaza en el St John's College, Cambridge, en 1971. En 1974 Adams se gradúa con B.A. en Literatura Inglesa. Algunos de sus primeros trabajos aparecieron inmediatamente después en la BBC2. Una versión de estos trabajos representados en el West End de Londres hicieron que Adams fuera descubierto por Graham Chapman, de los Monty Python. Ambos formaron una breve asociación, y Adams apareció como autor en el episodio 45 de Monty Python's Flying Circus. Adams colaboraría en otras ocasiones en diversos trabajos del legendario grupo de humor británico.

La gran obra de Adams se empezó a fraguar en 1977: La Guía del Autoestopista Galáctico. The Hitchhiker's Guide to the Galaxy, era originalmente un serial radiofónico de ciencia-ficción y comedia, producido por Simon Brett para BBC Radio 4. Parece que el origen de la saga fue más o menos concebido durante un viaje de Adams por Austria. Sin embargo la historia, aunque planificada en cierto modo desde el principio, fue realmente creada a medida que Adams iba escribiendo, sin un argumento previamente establecido. BBC Radio 4 emitió la primera serie semanalmente entre marzo y abril de 1978, tras el gran éxito, Adams escribió una segunda serie emitida en enero de 1980.

Edición original de
The Hitchhiker's Guide to the Galaxy

Douglas Adams fue literalmente obligado por el éxito a plasmar los guiones radiofónicos en las novelas que le hicieron conocido en todo el mundo y adorado por legiones de lectores ávidos de humor inteligente. Las cinco novelas que pudo escribir hasta su muerte de una de las mejores y más igeniosas sagas de ciencia ficción de todos los tiempos fueron: The Hitchhiker's Guide to the Galaxy (1979); The Restaurant at the End of the Universe (1980); Life, the Universe and Everything (1982); So Long, and Thanks For All the Fish (1984) y Mostly Harmless (1992). En 1993 el productor Dirk Maggs trató de que Adams creara una tercera serie de guiones basados en la tercera novela de la saga, pero ni esta serie, ni las dos posteriores fueron publicadas hasta después de la muerte de Adams, desde 2001 hasta 2005. En la serie se presentan las aventuras de Arthur Dent desde el día en que recibe la noticia de que su casa va a ser derribada para hacer una carretera, y curiosamente la Tierra misma va a ser derribada el mismo día para crear un circunvalación en una ruta interplanetaria. Arthur recorre la galaxia en todas las direcciones, incluyendo la temporal, alcanzando cotas de genialidad hilarante solo explicables y entendibles por aquellos que se decidan a sumergirse en algunas de las mejores páginas de la literatura universal.

Douglas Adams también trabajó en otros proyectos de gran calidad, como la serie de televisión Doctor Who, trabajó con el grupo musical británico Pink Floyd, colaboró en la creación de juegos interactivos de ordenador como HHGG, Labyrinth, Bureaucracy, Starship Titanic; presentó y escribió un programa documental de televisión Hyperland...

Edición original de
Dirk Gently's
Holistic Detective Agency

Pero su obra más importante, aparte de The Guide, fue otra serie de novelas que lamentablemente solo cuenta con dos partes, aunque muy probablemente Adams estaba trabajando en una tercera antes de morir; se trata de Dirk Gently's Holistic Detective Agency (1987), descrita por Adams como "algo así como una historia de fantasmas-horror-detectives-viaje-en-el-tiempo-romántica-comedia-épica, que tiene mucho que ver con el barro, la música y la mecánica cuántica. La segunda novela, The Long Dark Tea-Time of the Soul fue publicada en 1988.

Poco antes de la publicación de la última novela de The Guide, Douglas se casó con Jane Belson, con quien mantenía una relación romántica con fuertes altibajos desde 1981 y se establecieron en Londres. Douglas y Jane tuvieron una hija en 1994; la familia se trasladó desde Londres a Santa Bárbara (California) en 1999, donde vivieron hasta la muerte de Douglas por un ataque al corazón. Tras la desaparición de Adams, su hija y su viuda volvieron a Londres. En mayo de 2002 fue publicada su obra póstuma The Salmon of Doubt, con muchas historias cortas, ensayos, cartas y once capítulos de su última novela, The Salmon of Doubt, que posiblemente iba a ser la tercera en la serie de Dirk Gently.

Un asteroide, cuya denominación original era 2001 DA42, fue renombrado como 25924 Douglasadams en honor del genial escritor inglés. Este asteroide fue elegido porque hacía referencia al año de su muerte, 2001, tenía sus iniciales, DA, y contenía el número 42, un número que juega un papel muy importante en la saga de The Guide; además todos los seguidores y admiradores de Douglas Adams le recuerdan cada 25 de mayo, designado por ellos como El Día de la Toalla. Para entender la referencia, igual que con el número 42, es necesario leer The Guide ;-)

La respuesta a la cuestión sobre
 la Vida, el Universo y todo lo demás

En cuanto a sus creencias sociales y políticas, Adams se declaraba un "ateo radical", convencido de que no hay dios, ya que nunca había visto ninguna evidencia que lo convenciera de lo contrario. Zanjado así este tema, Adams prefería dedicar su tiempo a otras causas como el ambientalismo y la ecología, que fueron los otros pilares de su vida. Sin embargo Adams siempre reconoció su fascinación por las religiones, originada, según sus propias palabras, en el hecho de que "tantas personas, aparte de esto, racionales e inteligentes, a pesar de todo la toman tan en serio". Adams fue un activista ecologista que peleó por la defensa de las especies en peligro de extinción, a lo que dedicó su libro Last Chance to See (Última oportunidad de ver); Adams fue también uno de los más activos colaboradores del Fondo Dian Fossey para la Defensa de los Gorilas, así como del Gran Proyecto Simio.

Os animamos muy encarecidamente a disfrutar de la ciencia, las aventuras y el humor a través de las maravillosas páginas de  The Guide. Si es posible en su versión original en inglés, pero la traducción al españól está maravillosamente cuidada y te vas a reír igual. Ya tardáis. Y nos despedimos con una gráfica  explicación sobre el Día de la Toalla que hemos encontrado en Internet cuyo autor original desconocemos. Si deseas saber más, visita towelday.org


jueves, 18 de abril de 2024

Gigantes de la Divulgación: Carl Sagan

La Ciencia es el procedimiento de búsqueda de la verdad que permite al Cosmos pensar sobre sí mismo. Esta última reflexión no es mía, sino del inmenso astrónomo y divulgador científico Carl Sagan. Porque si la Ciencia es importante, es igualmente fundamental hacerla llegar a toda la Humanidad para que todos podamos maravillarnos y contribuir a la búsqueda continua del Conocimiento.

Por eso hoy dedicamos el segundo artículo sobre grandes divulgadores científicos a uno de los mejores seres humanos, se tome el criterio que se quiera, que jamás hayan existido: Carl Sagan.

Carl Sagan

Nacido el 9 de Noviembre de 1934 en el barrio newyorkino de Brooklyn, hijo de padres judíos, acudió a la universidad de Chicago, donde se licenció en Física en 1955 y obtuvo su doctorado en Astrofísica y Astronomía en 1960. Aquella época fue una de las más propicias para aquellos que amaban la ciencia del Cosmos. Superadas las carestías que la segunda guerra mundial había impuesto en todo el planeta y,  apoyándose en los avances tecnológicos que los ejércitos habían buscado con ahínco en su afán por destruir al adversario, el espacio y su infinita magnitud se mostraron propicios para convertirse en un nuevo campo de batalla, sin duda más pacífico y, sobre todo, más apasionante.

Tras su tesis sobre la atmósfera de Venus, que él definía como un planeta seco y muy cálido debido a su proximidad al sol, participó como científico ayudante en las primeras misiones Mariner de la NASA, las cuales obtendrían información suficiente para confirmar sus hipótesis. A pesar de su empleo como profesor tanto en la universidad de Harvard hasta 1968, como en la de Cornell, continuó apoyando y colaborando en las misiones exploratorias del Sistema Solar. Su entusiasmo y su fascinación por el Universo fue decisiva para lograr que las sondas Pioneer10 y Voyager portaran grabaciones en soporte áureo con información sobre la humanidad, de manera que cualquier ser inteligente que la encontrara, independientemente de dónde se hallara o cuan diferente fuera, pudiera comprender lo que somos y cómo somos.

Sagan en la Universidad de Cornell, 1974

Sus investigaciones se fueron centrando en la astrobiología, intentando comprender la naturaleza de nuestra presencia en el universo y la posibilidad de que la Humanidad no fuera una simple singularidad caprichosa del vasto Cosmos. Comenzó entonces a formular algunas hipótesis sobre la posibilidad de que en las lunas y satélites de Saturno pudiera haber océanos o lagos, haciéndolos potencialmente habitables. Como prolongación de sus investigaciones sobre Venus, estableció un paralelismo entre su atmósfera y los efectos del calentamiento de nuestro planeta debido a la sobreexplotación de las fuentes de energía fósiles que "pueden" convertirlo en un lugar hostil para la vida. Al tiempo no cejaba en su empeño por comprender nuestra soledad cósmica, buscando modos de establecer contacto con otras civilizaciones extraterrestres, promoviendo la creación de radiotelescopios de larga distancia para rastrear comunicaciones que pudieran provenir de seres inteligentes de más allá de nuestro Sistema Solar, implicándose con ello en el Instituto SETI.

Con su amor por la Ciencia y el mundo de la Física a flor de piel, alcanzó la fama mundial en la década de los 80 al presentar para la televisión una serie documental sobre el mundo que nos rodea, visto con la mentalidad científica y racional de la que en muchas ocasiones carecemos. Su serie COSMOS: Un Viaje Personal, estrenada el 28 de septiembre de 1980, fascinó a millones de personas por el modo en que el conocimiento se hacía accesible a través de un medio puesto al alcance de todos, y acercando de un modo fresco y renovado el armazón metodológico con el que hemos levantado nuestro concepto de la existencia humana, libre de supersticiones y prejuicios. 

Sagan, en un capítulo de Cosmos: A Personal Voyage 1980

A través de Cosmos: Un viaje personal, Sagan, nos acercó al recuerdo de viejos conocidos, como Kepler, Copérnico, Einstein... ¿Quién podría olvidar su explicación sobre la relatividad con un muchacho montado en una Vespa que cambiaba de color según el observador, mientras recorría las tranquilas callejuelas de un pequeño pueblo italiano casi a la velocidad de la luz? ¿quién no sentirá emociones de todo tipo cuando nos mostró la lucha y el valor de mujeres aguerridas como Hipatia o Curie, mujeres de un valor indomable que tuvieron que soportar los desprecios, humillaciones y, en algunos casos, la tortura y la muerte a manos de la superstición y la ignorancia? ¿quién no llorará las tristes horas de la humanidad como la destrucción de la Biblioteca de Alejandría? Todo aquello que nos intentó enseñar puede parecernos hoy antiguo, incluso demasiado antiguo, casi tan lejano como los tiempos de la antigua Grecia, pues ya han pasado varias décadas desde entonces, sin embargo sabemos que el viaje aún durará muchas más antes de que termine, porque nosotros sólo somos una pequeña etapa, apenas un suspiro en el espacio-tiempo de un Cosmos demasiado incomprensible.

Durante los siguientes años compaginó su trabajo como astrofísico con la publicación de varios libros, algunos más novelados que otros, exponiendo la Ciencia a una sociedad cada vez menos preocupada por comprender el mundo en el que vive, y en una época en la que la rutinaria monotonía de los viajes espaciales dejó de atraer la atención sobre la inmensidad de estrellas que sostienen la bóveda celeste durante las noches de oscuridad. Nunca dejó de exponer sus opiniones de la manera más razonada y respetuosa posible sobre todo lo concerniente a la Ciencia y su lugar en la sociedad humana: calentamiento global, religión, recursos energéticos, economía, desarrollo humano, política... ganándose con ello pocos amigos entre los individuos irracionales de nuestra especie, pero legión de admiradores entre los amantes de la búsqueda del conocimiento y la armonía entre los seres humanos.

Sagan, en una de sus últimas conferencias 1994

El 20 de diciembre de 1996 y tras una larga y dura lucha contra una variante de la leucemia, Sagan moría a la edad de 62 años en la ciudad de Seattle. Como ocurre con todos aquellos hombres o mujeres que se han dejado arrastrar por la pasión y su irrefrenable amor por la Ciencia, sus opiniones causaron malestar entre la comunidad científica, al considerar su forma de actuar y de comunicarse con el gran público como poco seria. Pero en el corazón de aquel niño que creció leyendo tebeos en los que la vida en los planetas del Sistema Solar no sólo era una posibilidad, sino una maravillosa certeza, germinó el entusiasmo por comprender el Universo de un modo lógico y ordenado. Ese Cosmos opuesto al Caos que loaron los griegos antiguos, le hizo creer que tal vez, sólo tal vez, en algún remoto lugar de la más remota de las galaxias, alimentada por el calor de una estrella poderosa y fuerte, habría sobre la superficie de algún planeta una especie lo suficientemente inteligente como para comprender el mundo que la rodeaba, comprenderse a sí misma y llegar a pensar que quizás, en algún otro lugar similar a aquél, habría un diminuto astro de color azul al que llamarían Tierra.

Para terminar no podemos resistirnos a copiar íntegro uno de sus textos más importantes en referencia a una fotografía mítica: Pale Blue Dot.

Así se llama la fotografía de la Tierra tomada el 14 de febrero de 1990 por la sonda Voyager 1 desde una distancia de 6,000 millones de Kilómetros. En ella la Tierra se ve como una mota de luz casi invisible por el brillo del Sol, y fue tomada por iniciativa de Carl Sagan como última fotografía del Voyager antes de apagar sus cámaras. La reflexión de Carl sobre dicha fotografía es simplemente sobrecogedora:

Pale Blue Dot 1990

Mira ese punto. Eso es aquí. Eso es nuestro hogar. Eso somos nosotros. En él, todos los que amas, todos los que conoces, todos de los que alguna vez escuchaste, cada ser humano que ha existido, vivió su vida. La suma de todas nuestras alegrías y sufrimientos, miles de religiones seguras de sí mismas, ideologías y doctrinas económicas, cada cazador y recolector, cada héroe y cobarde, cada creador y destructor de civilizaciones, cada rey y campesino, cada joven pareja enamorada, cada madre y padre, niño esperanzado, inventor y explorador, cada maestro de la moral, cada político corrupto, cada “superestrella”, cada “líder supremo”, cada santo y pecador en la historia de nuestra especie, vivió ahí – en una mota de polvo suspendida en un rayo de sol.

La Tierra es un escenario muy pequeño en la vasta arena cósmica. Piensa en los ríos de sangre vertida por todos esos generales y emperadores, para que en su gloria y triunfo, pudieran convertirse en amos momentáneos de una fracción de un punto. Piensa en las interminables crueldades cometidas por los habitantes de una esquina del punto sobre los apenas distinguibles habitantes de alguna otra esquina. Cuán frecuentes sus malentendidos, cuán ávidos están de matarse los unos a los otros, cómo de fervientes son sus odios. Nuestras posturas, nuestra importancia imaginaria, la ilusión de que ocupamos una posición privilegiada en el Universo... es desafiada por este punto de luz pálida.

Nuestro planeta es una solitaria mancha en la gran y envolvente penumbra cósmica. En nuestra oscuridad —en toda esta vastedad—, no hay ni un indicio de que vaya a llegar ayuda desde algún otro lugar para salvarnos de nosotros mismos. La Tierra es el único mundo conocido hasta ahora que alberga vida. No hay ningún otro lugar, al menos en el futuro próximo, al cual nuestra especie pudiera migrar. Visitar, sí. Asentarnos, aún no. Nos guste o no, por el momento la Tierra es donde tenemos que quedarnos. Se ha dicho que la astronomía es una formadora de humildad y carácter. Quizás no hay mejor demostración de la soberbia humana que esta imagen distante de nuestro minúsculo mundo. Para mí, subraya nuestra responsabilidad de tratarnos más amablemente los unos a los otros y de preservar y apreciar el pálido punto azul, el único hogar que hemos conocido.

Si no has podido encontrar nuestro planeta en la foto del Voyager 1, a la izquierda tienes una pista.

Y para despedirnos os recomendemos muy sinceramente visionar la serie original Cosmos: Un Viaje Personal, así como sus secuelas protagonizadas por el discípulo y continuador de Sagan, Neil deGrass Tyson (a quien ya dedicaremos su propio artículo): Cosmos: Una Odisea en el Espacio-Tiempo y Cosmos: Mundos Posibles. Así como cualquiera de los libros de Sagan: El Cerebro de Broca, Cosmos, Sombras de Antepasados Olvidados, Un punto azul pálido, El Mundo y sus Demonios: la Ciencia como una luz en la oscuridad o cualquier otro que caiga en vuestras manos.

lunes, 18 de marzo de 2024

Científicas, Matemáticas y Astrónomas: Rosalind Elsie Franklin

Dentro de nuestra serie Científicas, Matemáticas y Astrónomas, hoy presentamos a Rosalind Elsie Franklin, descubridora de la estructura del ADN.

En 1920, en el barrio de Notting Hill de Londres, más dado a ser inspiración de frívolas comedias románticas que de valores científicos, nació una niña de nombre Rosalind. Era un país que aún recordaba el desastre de la Gran Guerra, pero puesto que su padre era un banquero liberal londinense, su posición era más bien desahogada. Vino al mundo en el seno de una familia que le podía brindar grandes oportunidades, su tío paterno fue ministro de interior en el gobierno de 1916, por lo que sus logros, aún siendo mujer en una sociedad de principios de siglo, podían ser ciertamente singulares. Por otra parte, su tía Helen, casada con el fiscal general para el Protectorado Británico de Palestina, era una ferviente sufragista asociada a movimientos sindicales, incluso su tío Hugh, reconocido defensor del voto femenino y cuyas actividades no eran del agrado familiar, estuvieron siempre presentes en su infancia.

Rosalind Elsie Franklin

Durante sus primeros años escolares destacó en ciencias, contraviniendo la excusa eterna según la cual el conocimiento de ciertas materias nos está reservado según nuestro género; así como en Latín, lengua viva muy apreciada entre los ciudadanos del imperio, y que contravenía igualmente la idea de que los idiomas nos corresponden por el lugar en que nacemos. En 1938 ingresó en el Newnham College de Cambridge en la rama de química, iniciando durante esos años sus primeros estudios en espectroscopía. En 1941 sería galardonada como la segunda de su promoción en los exámenes finales, lo que en aquellos días para una mujer representaba un título equivalente al de licenciado; no sería hasta 1947 cuando se equipararía la titulación para hombres y mujeres en dicha institución, siéndoles concedido de manera retroactiva a todas las mujeres graduadas con anterioridad a aquel año.

Sus conocimientos le permitieron acceder a una beca para desempeñar su labor para la Asociación de Investigación sobre los Usos del Carbón Británico, de importancia vital para la economía de las islas, ya que sobre aquella industria se había cimentado buena parte de sus conquistas coloniales. Sus conclusiones sobre la estructura del carbón permitieron una mejor clasificación de los distintos tipos de mineral atendiendo a sus aplicaciones como combustible, algo que sería primordial para el esfuerzo de guerra. Sobre dichos trabajos presentaría su tesis doctoral y sería en 1945 cuando se le otorgaría el título correspondiente. Los contactos que en aquellos años estableció con el gran número de científicos refugiados en Inglaterra a causa de la Segunda Guerra Mundial la llevarán al final de la misma a viajar al continente.

En el otoño de 1946, el científico galo Adrienne Weill la presentó al director del Centro Nacional de Investigaciones Científicas del gobierno francés y éste, finalmente, la pondría en contacto con el Laboratorio Central de Servicios Químicos del Estado en París, donde se incorporaría el 14 de febrero de 1947 como uno de sus quince investigadores. Allí, de la mano de Jacques Mering comenzaría el estudio de materiales amorfos mediante cristalografía de rayos X. Puesto que sus conocimientos estaban basados en el carbón se ocupó de investigar la variación del comportamiento de la estructura molecular de éste en su conversión en grafito.

Rosalind, durante su época en Francia

Su trabajo en Francia finalizaría en enero de 1951 y, de vuelta en Inglaterra, comenzó a estudiar el derivado del la química orgánica basada en el carbono que más interesaba al ser humano, el propio Ser Humano. Se unió así en aquel año a la unidad de Biofísica del Consejo de Investigaciones Médicas del King's College de Londres. Inicialmente su trabajo debería haberse centrado en los estudios de lípidos y proteínas, pero se le encomendó, sin embargo, el estudio bajo radiación de la estructura del ADN, puesto que era la única investigadora del centro con conocimientos en difracción mediante rayos X. 

Con anterioridad a ella, desde Mayo de 1950, Maurice Wilkins y Raymond Gosling habían iniciado con pobres medios el estudio de dicha estructura, pero sería a partir de 1951 cuando Rosalind se encargaría de la dirección de la investigación, además de guiar la tesis del propio Gosling. Dicho encargo generaría serias fricciones en el equipo, a parte de la falta de tacto del director del centro al no comunicar dicho cambio a los propios interesados, Wilkins y Gosling, no sería raro suponer que el hecho de que dicha responsabilidad recayera sobre una mujer recién regresada del extranjero, por muy preparada que estuviera, fuera a ser aceptada en aquellos tiempos por Wilkins sin cierto recelo.

Las mejoras que Rosalind fue introduciendo en la técnica de obtención de las imágenes del ADN crearon en Wilkins un resentimiento que le llevaría a calificar la actitud de Rosalind como de fría superioridad. Existía además entre ellos diferencias de carácter que se volvieron insalvables: a la tenacidad, concisión e impaciencia de Rosalind, se oponían la timidez y calma de Wilkins. A pesar de todo ello, Rosalind y Gosling, descubrieron que las fibras de ADN se comportaban de modo diferente en presencia de un medio acuoso. Este hecho y la compleja situación de relaciones personales en el equipo, hizo que el director del centro optara por separar ambos estudios, encargando a Rosalind y Gosling las investigaciones sobre uno de los comportamientos del ADN y a Wilkins sobre el otro. A finales de 1951, Wilkins estaba convencido de que ambos estudios llevarían a confirmar una forma de doble hélice del ADN, por el contrario, Rosalind opinaba que únicamente el tipo de ADN estudiado por Wilkins era helicoidal. Sin embargo, en enero de 1953, Rosalind confrontando los resultados de ambos estudios apoyaría la teoría de que en ambas situaciones el ADN compartía la misma estructura. El 6 de marzo de 1953, Rosalind presentó dos manuscritos exponiendo y confirmando los resultados de Wilkins, un día antes de que James Watson y Francis Crick completaran su modelo. La publicación prevista para sus propios estudios quedaría traspapelada durante varios años en su despacho del King's College.

Fotografía 51,
 que muestra el patrón de difracción
 por rayos X del ADN

Antes de aquellas publicaciones, el 30 de enero de 1953, Watson acudió al King's College para convencer a Rosalind de la necesidad de trabajar juntos con el fin de resolver el dilema de la estructura del ADN, tras percatarse de que el modelo propuesto por Linus Pauling era incorrecto, y tomar así ventaja sobre él antes de que se percatara de su error, sin embargo no obtuvo ningún éxito al acusar a Rosalind de ser incapaz de interpretar sus propios resultados. Ante el enfado y la negativa de Rosalind, Watson acudió al despacho de Wilkins, quien para intentar conciliar a su viejo amigo le mostró, sin permiso de Rosalind, la Fotografía 51. De este modo, si bien la cooperación entre Watson y Crick, con la participación de Wilkins, había servido para inspirar la interpretación del modo en que se estructuraba el ADN, no sería sino gracias a las fotografías de rayos X realizadas por Rosalind y Gosling que se determinaría la certeza completa sobre este hecho. Rosalind siempre había afirmado que un modelo teórico no puede comenzarse hasta que los datos experimentales sean suficientes como para imaginarlo. El 28 de febrero de 1953 Crick consideró oportuno afirmar mediante los sistemas tradicionales de información británicos, esto es, en el pub local, que habían descubierto el secreto de la vida, aún sin tener la confirmación experimental suficiente.

Y fue así, cómo el 7 de marzo de 1953, Watson y Crick dieron por finalizado su modelo, tras recibir una carta el día anterior de parte de Wilkins informándoles de que Rosalind había abandonado el King's College por el Birkbeck College y que por tanto tenían las manos completamente libres para revisar sus estudios. Semanas después, en abril de 1953, Rosalind solicitó a Watson permiso para observar su modelo, manteniendo aún ciertas suspicacias sobre la exactitud del mismo y considerando que aún se precisaban más observaciones experimentales para afirmarlo.

Rosalind, en 1955

Su incorporación al Birkbeck College para realizar estudios sobre la estructura viral, en especial en el medio vegetal a cargo del Centro de Investigación Agrícola se debería a J.D.Bernal, irlandés comunista, ardiente defensor de la inclusión de mujeres en los departamentos científicos británicos. Durante los años siguientes se ocupó de examinar la estructura de otro componente esencial en la transmisión de la información genética, el ARN, parte fundamental de la existencia de los agentes virales. En 1956 durante una estancia en Estados Unidos por motivos laborales su salud se resintió y en septiembre de aquel año le fueron extirpados dos tumores abdominales. Incluso durante el tratamiento Rosalind continuó trabajando al frente de sus investigaciones, ocupándose su grupo de trabajo del estudio de la polio.

Sin embargo, a finales de 1957 su deterioro era ya inevitable, en abril del año siguiente, con apenas 37 años, Rosalind fallecía a consecuencia de una neumonía agravada por un cáncer de ovario, enfermedad supuestamente generada por la exposición continuada a las radiaciones procedentes de los arduos experimentos que había llevado a cabo, de un modo similar a cómo le había acontecido a Marie Curie. Sobre su tumba, sus padres, que la sobrevivieron dejaron escrito: Sus investigaciones y descubrimientos sobre los virus permanecerán como un beneficio duradero para la humanidad.

Los primeros datos públicos generales sobre la teoría de la doble hélice de ADN no aparecerían hasta 1960, y sólo a partir de 1962 comenzaría a ser ampliamente aceptada. Afinar y confirmar la teoría había llevado siete largos años, y fue la enemistad con Rosalind, frente a la amistad con Wilkins, además del hecho de haber sido éste el iniciador de los estudios con rayos X sobre el ADN los que llevarían a Watson a apoyar la inclusión de Wilkins en la candidatura conjunta a los premios Nobel ese mismo año. Para Rosalind, sin embargo, ya era demasiado tarde.

James Watson, Francis Crick
Rosalind Franklin y Maurice Wilkins
¿Quién NO recibió el Nobel por el descubrimiento
de la estructura del ADN?

Una vez más la naturaleza cruel de la humanidad gobernada por el sentido masculino de la historia la privaría del justo reconocimiento. Era imposible que Rosalind recibiera el Premio Nobel ya que no se concede de manera póstuma, pero ni tan siquiera durante el discurso de agradecimiento ni Watson ni Crick citarán su nombre; sólo Wilkins hará una leve referencia a la gran aportación de Rosalind, pero nada más. Pues bien, queden para ellos los honores y los galardones, quédense con sus despachos y su misógina existencia que presupone a los hombres las grandes ideas y reserva a las mujeres el sacrificio y el esfuerzo diario que las sostiene y que las arrastra a morir antes de tiempo, y déjennos a nosotros el recuerdo y la admiración hacia una mujer cuya inteligencia, tozudez y dedicación nos llevó a ver lo más profundo de nosotros mismos. Y no, no se trata de nuestra alma.

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