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lunes, 3 de febrero de 2025

Estrellas o Planetas: Cuando la Astronomía no está muy segura.

Bessel, convencido de haber descubierto el
primer exoplaneta en 61 Cygni, ChatGPT

Como ya comentamos en un artículo anterior, Friedrich Bessel anunció en 1838 una de las mediciones más esperadas en la historia de la astronomía: la primera distancia precisa a una estrella, 61 del Cisne. Pero este sistema estelar no dejó de sorprendernos: años más tarde, al analizar su movimiento, Bessel sugirió que 61 del Cisne o 61 Cygni, que ya es una de nuestras estrellas favoritas, podía tener una compañera oscura, un objeto con masa planetaria. Era la primera vez que alguien insinuaba la posibilidad de un exoplaneta… y se equivocaba.

Esta no fue la única confusión entre estrellas y planetas a lo largo de la historia. De hecho, la línea que los separa no siempre ha estado clara. Desde las estrellas errantes de los griegos hasta los objetos subestelares modernos, los astrónomos han pasado siglos preguntándose: ¿qué hace que algo sea una estrella y no un planeta?

Cuando los planetas eran estrellas errantes

Los griegos llamaban planētēs (“errantes”) a los puntos de luz que parecían moverse de forma independiente entre las estrellas. Para ellos, no había una distinción clara entre un planeta y una estrella. Aunque los astrónomos griegos no eran tan tontos como para no ser capaces de medir evidentes regularidades en el movimiento de estos "errantes", ahí está el ejemplo del sistema Ptolemáico, no fue hasta que Copérnico, Galileo y Newton revolucionaron nuestra visión del Cosmos que entendimos que los planetas giraban alrededor del Sol, mientras que las estrellas brillaban por sí mismas.

Pero incluso en tiempos más recientes, la confusión ha persistido. En el siglo XIX, varios astrónomos, como nuestro querido y admirado Bessel, pensaron que ciertas estrellas con movimientos extraños escondían compañeros invisibles, que resultaron ser otras estrellas y no planetas.

Otros casos famosos de confusión

  • 61 del Cisne: Como hemos mencionado, el mismísimo Bessel sugirió que tenía una compañera oscura con masa planetaria, pero resultó ser otra estrella enana roja.
  • Las "enanas marrones": Durante mucho tiempo, se debatió si eran planetas gigantes o estrellas fallidas. Hoy sabemos que ocupan un punto intermedio, sin fusión estable de hidrógeno, pero suficientemente masivas como para emitir algo de luz procedente de la fusión de deuterio.
  • Plutón: Descubierto en 1930, Plutón fue considerado un planeta durante décadas, hasta que se comprendió que era solo el primero de muchos objetos similares, llamados planetas enanos, en el Cinturón de Kuiper. Como diría Neil deGrasse: "Plutón no es un planeta, supéralo"
  • Los primeros exoplanetas: Antes de que se confirmara la existencia de los primeros planetas extrasolares en 1992 (Poltergeist y Phobetor orbitando un pulsar) y del primer exoplaneta alrededor de una estrella similar al Sol en 1995 (Dimidio o 51 Pegasi b), hubo muchos candidatos erróneos. Algunos eran estrellas compañeras débiles, otros simples errores de medición.
Perfil del exoplaneta 51 Pegasi, NASA/JPL-Caltech   

Cómo diferenciamos estrellas y planetas hoy

Con telescopios y técnicas modernas, podemos analizar la composición de los astros. Una estrella brilla por la fusión nuclear en su núcleo, mientras que un planeta refleja la luz de una estrella. Pero el límite entre ambos sigue siendo difuso en algunos casos, especialmente con objetos como los “Júpiter calientes”, que emiten más calor del que reciben, o las enanas marrones, demasiado masivas para ser planetas, pero incapaces de sostener la fusión como estrellas.

¿Es una estrealla o un planeta? Gráfico de la ESA 2001


¿Clasificar o aceptar la complejidad del cosmos?

Nos gusta poner etiquetas a lo que observamos, pero la naturaleza rara vez se ajusta a nuestras definiciones estrictas. Entre las estrellas y los planetas hay una continuidad, no un límite claro. Las enanas marrones, los planetas calientes y los objetos subestelares nos recuerdan que el universo no se rige por nuestras categorías, sino por sus propias reglas, a menudo más complejas de lo que esperamos.

En el fondo, cada clasificación es solo una herramienta temporal que usamos para comprender mejor lo que vemos en el cielo. Pero la realidad es que el cosmos sigue siendo un lugar donde las fronteras entre estrellas y planetas, como tantas otras, se desdibujan en una suave e imprecisa variación.

lunes, 6 de noviembre de 2023

El Sistema Solar es... graaaaaande! (Segunda Parte) y alguna cosa más.

Retomemos el viaje que iniciamos en un artículo anterior para recorrer nuestro Sistema Solar en un modelo a escala que, recordemos, situaba al Sol como una esfera de 2 metros de diámetro en la plaza de Cózar. Habíamos llegado al Cinturón de Asteroides y es hora de alejarnos hasta el más grande de los planetas, algunas veces denominado como una estrella fallida, su majestad celestial Júpiter, al que encontraremos en el camino del Cementerio, a 1 Kilómetro y 120 metros del Sol, representado por una pelota de 20 centímetros de diámetro, como esas pequeñas pelotas de gomaespuma con las que juegan niñas y niños pequeños.

Comparativa Júpiter, Tierra-Luna, Io.
Pero miremos con atención en los alrededores de la pelota y veremos cantidad de pequeñas, pequeñísimas bolitas. Cuatro de ellas podrían llamar nuestra atención, son las lunas de Galileo, los cuatro satélites principales de Júpiter observados por primera vez por el padre de la Física Moderna. Son Io, una bolita de 5,2 milímetros de diámetro a 60 centímetros de Júpiter; Europa, de 4,5 milímetros, más pequeña que nuestra Luna, a casi 1 metro de la pelota de goma; Ganímedes, de 8 milímetros, a metro y medio del Planeta Rey, siendo así el mayor de todos los satélites del Sistema Solar; y Calisto, de 7 milímetros a 2 metros y 70 centímetros de nuestro Júpiter de goma.

Es hora de dirigirnos al planeta favorito de la observación astronómica, Saturno y sus anillos. Para encontrarlo tendremos que tomar el Camino de la Casa del Monte y a 2 Kilómetros del Sol, al poco de pasar la curva a la izquierda de este camino marcada por una vieja señal, encontraremos una pelota de 16,7 centímetros de diámetro. Es una pelota algo especial porque la rodean tres aritos a unos 3, 5 y 9 centímetros de su superficie. Además, a metro y 75 centímetros del centro de Saturno veremos otra bolita, de 7,4 milímetros de diámetro, Titán, el segundo mayor satélite del Sistema Solar.
Saturno fotografiado por Cassini-Huygens


Dejamos atrás las dos mayores atracciones de nuestro hogar en la Vía Láctea y toca ahora armarse de paciencia para alcanzar los dos otros gigantes del Sistema. Localizamos a Urano a 4 Kilómetros y 130 metros del Sol, justo en el cruce entre las carreteras de Torrenueva y Valdepeñas, representado por una pelota de 7,3 centímetros, algo mayor que una pelota de tenis. Finalmente llegaremos a Neptuno si nos alejamos a 6 Kilómetros y 470 metros del Sol, por ejemplo en las ruinas de Xamila, ya en Infantes, y lo reconoceremos como otra pelota de tenis algo sobredimensionada de 7 centímetros de diámetro. A medio metro de Neptuno repararemos en una bolita de 4 milímetros de diámetro, es Tritón, su satélite principal.

A continuación podemos ver la representación en Google Maps del Sistema Solar Exterior Cozareño:

Sistema Solar centrado en Cózar.

Ah, pero, ¿todavía queréis ir más lejos? Recordad que nuestro modelo se ha originado tomando como referencia el Sol, transformado en una gran esfera de 2 metros de diámetro, lo que indica que estamos usando la escala 1:696.000.000, en la que 1 metro representa 696,000 Kilómetros, y con esta gigantesca escala para llegar a Neptuno estamos ya a las puertas de Villanueva de los Infantes. 

¿Dónde podríamos encontrar a Plutón, el planeta enano que domina la región llamada Cinturón de Kuiper? Tendríamos que alejarnos a 8,4 kilómetros del Sol, más o menos en el centro de Torre de Juan Abad. Y para alcanzar Eris, el mayor planeta enano descubierto hasta ahora en el Disco Disperso, nos alejaremos a 14,6 Kilómetros, como al extremo sur de Villamanrique. En el propio Disco quedarían incluidas Almedina, Santa Cruz de los Cáñamos, Puebla del Príncipe, Montiel, Villahermosa, parte de Infantes (la otra parte en el Cinturón de Kuiper), parte de Carrizosa, Alcubillas, Pozo de la Serna, el embalse de La Cabezuela y la mismísima Cabeza del Buey, rozando Castellar de Santiago, prácticamente la comarca entera del Campo de Montiel. Veámoslo en el mapa:

Cinturón de Kuiper y Disco Disperso con centro en Cózar.

Hemos llegado a los límites convencionales del Sistema Solar pero no nos queremos despedir sin algunos otros datos interesantes que nos ayuden a imaginar la inmensidad del Cosmos.

Si en nuestro modelo quisiéramos representar Alpha Centauri, la estrella (en realidad una estrella triple) más cercana a nuestro Sol y situada a 4,4 años luz (más de 41 billones de kilómetros) tendríamos que hacerlo a casi 60.000 kilómetros de Cózar. Puesto que no hay nada sobre la superficie de la Tierra a tanta distancia, para situar nuestra esfera, en este caso de 2,5 metros de diámetro que representara a Alpha Centauri, nos tendríamos que subir a una nave espacial que nos llevara al límite convencional de la magnetosfera, campo magnético que rodea la Tierra y la protege de partículas cargadas procedentes del Sol.

Andrómeda, un billón de bolitas :)
¿Y si queremos llegar al centro de nuestra galaxia en nuestro modelo? Dicho centro se situa a unos 25.000 años luz, por lo que en nuestro modelo tendríamos que viajar a 337 millones de kilómetros, es decir más allá del Cinturón de Asteroides. 

Tomemos aire para recapacitar, situando el Sol en el centro de nuestro pueblo, representado por una pelota de 2 metros, para representar el centro de la Via Lactea tendríamos que viajar más allá de Ceres, acercándonos a la órbita de Júpiter.

Y para acabar de reventar nuestra capacidad de imaginar, ¿dónde tendríamos que situar, en nuestro modelo, nuestra galaxia hermana Andrómeda, que en realidad está a 2 millones y medio de años luz? Nada más fácil, vayamos a 35 mil millones de kilómetros de la Tierra, es decir acerquémonos a la Alpha Centauri real, cosa que ninguna nave ha hecho jamás ni de lejos, y coloquemos allí un billón de globos. Si has llegado hasta aquí recuerda que, a escala cósmica, apenas hemos dado un solo paso. 

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